Las trabajadoras con hijos lo tienen difícil en España

Antonio M. Vélez. Publico. 19/10/2007

No es ningún secreto que España es uno de los países de la UE con una jornada laboral más larga: con cuarenta horas semanales, sólo le superan tres países del Este recién incorporados (Letonia, República Checa y Estonia), además de Alemania y Austria, según datos de la oficina estadística europea (Eurostat). Este rasgo del mercado laboral español tiene serias repercusiones sobre el acceso de las mujeres al trabajo.

La consultora PricewaterhouseCoopers (PwC) difundió ayer un estudio sobre la participación de las mujeres en la vida económica. Sus conclusiones no son demasiado halagüeñas para España, uno de los ocho países que analiza el informe, junto a Brasil, China, Francia, India, Suecia, Alemania y Estados Unidos. De todos ellos, los dos últimos son, junto a España, los que más difícil se lo ponen a las trabajadoras con hijos.

Alemania, por la tardía incorporación de los niños al sistema educativo (no lo hacen hasta que tienen seis o siete años) y por el arraigo en esta sociedad de la percepción de que las madres deben quedarse en casa cuidándolos. Sólo el 16% de las alemanas con hijos menores de seis años trabaja a jornada completa.

En EEUU y España, el problema deriva de sus redes de educación infantil, que dependen, en buena parte, del sector privado, y que un amplio espectro de la población no puede permitirse.

 

Excedencia

A favor del sistema germano está el que, a su baja por maternidad (98 días, lejos de los 112 que se conceden en España y a años luz de los 480 de los que disfrutan las madres suecas), las mujeres trabajadoras puedan disfrutar de un año adicional cobrando el 67% de su salario, un periodo al que pueden sumar dos años de excedencia (sin sueldo en este caso) antes de regresar al trabajo.

Según la consultora, en España, sólo el 10% de los niños con menos de tres años va a la guardería (pública o privada). El resto, se queda en casa. Además, las ayudas públicas en este campo varían ampliamente entre unas regiones y otras. La ausencia de una red de contactos familiares capaz de educar a los niños en ausencia de sus madres implica que las barreras para la incorporación de la mujer al trabajo sean «formidables», según PwC.

 

Esfuerzos

Pero no todo son datos negativos: el informe subraya que los gobiernos y las empresas están realizando esfuerzos apreciables para identificar y derribar las trabas para la participación de las mujeres en el mundo económico y empresarial.

Entre esos logros, cita la ley que entró en vigor en España en marzo pasado, que concede a las empresas un plazo de ocho años para alcanzar la paridad de sexos en sus consejos de administración. Sin embargo, según PwC, en todos los países analizados aún perduran modelos empresariales caducos, concebidos para hombres de clase media que colaboran poco o nada en el hogar. En esas organizaciones, se espera que las mujeres trabajen exactamente de la misma manera que los hombres, y no se les proporcionan ventajas adaptadas a sus necesidades, señala el informe. El estudio cita expresamente el caso de España, donde las largas jornadas laborales todavía persisten, a pesar de que esta práctica hace prácticamente imposible conciliar la vida familiar y laboral de las mujeres.

PwC destaca que la discriminación positiva en favor de la mujer es generalmente entendida como una respuesta a una realidad comúnmente aceptada: la menor oportunidad de la mujer para promocionar su desarrollo profesional en la empresa frente a sus colegas masculinos.

 

Salario medio inferior al de los hombres

El salario medio de las mujeres en España es un 30% inferior al de los hombres, según los datos de la estadística de la Agencia Tributaria sobre «Mercado de Trabajo y Pensiones en las Fuentes Tributarias» correspondiente al ejercicio 2006. En ese año, el salario medio de las mujeres fue de 13.497 euros frente a los 19.314 euros que cobran como media los hombres. Esta cifra, como todas las estadísticas, también se puede leer al revés: el salario medio de los hombres es un 43% superior al de las mujeres.

Eso no significa que para un mismo trabajo el hombre cobre más que la mujer, sino que la media que resulta tras sumar todos los salarios de las mujeres es notablemente menor a la que sale de la suma de todos los sueldos masculinos.

Las razones son varias: la mujer se ha incorporado tardíamente al mercado laboral, su antigüedad es menor y ha tenido menos tiempo para escalar puestos, por lo que está más presente en los tramos bajos de salario que en los altos. Además, su empleo suele ser más precario y temporal -las mujeres son las que, preferentemente, aparcan el trabajo para cuidar de los hijos-.

Esta discriminación salarial entre sexos viene ocurriendo históricamente y la brecha del 30% no se ha reducido una décima en los últimos cuatro años. Entre 1999 y 2002, el salario de las mujeres era, en promedio, un 32,6% inferior al de los hombres.

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